No te entiendo ni me entiendes,
no me escuchas yo no hablo,
no me observas y yo, desaparezco,
no me deseas y yo, ni siquiera te siento,
no te importo y tu, me pasas desapercibida.
Y al fin todo esta dicho.
Alguien debía romper
con esta maldita simetría de rutina
que vivimos a cada hora.
Pero con este adiós ni te debo ni me debes,
estoy vacío y libre,
por fin digo un buenas noches
sin temerle al amanecer...
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