Me das mucho miedo cuando duermes
y no expresas ante mí ninguna palabra,
ninguna mezcla de oraciones complejas
que comprenden a tu multifacética
existencia...
Me das mucho miedo cuando duermes,
cuando descansas a mi lado,
las seductoras caricias de hace unos
minutos, pasan a un segundo plano
para que en un instante mis sentidos
se exciten y se sientan vivos en tu hálito.
Me das mucho miedo cuando duermes,
y tu apariencia carece de sentido
inerte, sublime, con los rasgos limpios,
fortuitos, no eres más humana que una creación,
no eres más una creación que belleza humana,
y que a la naturaleza le sienta muy bien.
Me das mucho miedo cuando duermes
con una seguridad de dejar a un lado todo
lo que pesa por un sueño, carácter que un
despierto no ha sabido desarrollar...
hasta a un cadáver le serías insoportable
e indudablemente se levantaría a vivir.
Me das mucho miedo cuando duermes
y me preocupan esas tantas horas
que ocupas para ti
a sabiendas que algún día,
hoy, mañana, en unas horas,
sin razón o con ella podrías irte...
Pero dormida así:
sin ninguna palabra
sin ninguna caricia
sin ningún gesto
sin ninguna prisa
me dominas y me obligas a regalarte
un trozo inmortalidad
en estas líneas.
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