De entrada; una soledad toreada de instintos y normalidad.
Como primer guiso; besos sin aderezo y caricias fuera de lugar.
El plato fuerte; un recuerdo caliente de flujo a 3/4 de su intensidad
acompañada de una guarnición de añoranza y tristeza naturlamente
muy fresca.
Para finalizar; un postre de lagrimas dulces que dejan vulnerable
a la ternura del alma.
Cuatro tiempos...
es lo que últimamente ordena mi realidad con sobrepeso,
puesto que mi esperanza lleva una dieta rigurosa
que nadie se atreve a terminar...
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